Quienes tenemos algunos años trabajando en empresas sabemos el valor que tiene un reconocimiento o unas felicitaciones recibidas a tiempo. Hay charlas que son más fuertes si las hacemos de manera presencial porque la memoria episódica impacta con mayor fuerza que otras formas de comunicación. ¿Y qué más queremos que, en este día a día incierto, contar con colaboradores motivados?
Un par de días atrás, un colaborador hizo un muy buen trabajo y decidí hacer un posteo en LinkedIn para reconocerlo de forma pública. Al rato, un amigo que vio lo que escribí, me preguntó algo que me dejó pensando: “¿Se lo dijiste personalmente?”.
Aún tengo presente, en mis inicios laborales, cuando un jefe me felicitó por realizar el trabajo más rápido que el resto. Estos recuerdos no son solo datos brutos, sino que están asociados con emociones y percepciones sensoriales específicas, lo que los hacen más vívidos, más fáciles de recordar y traer nuevamente al presente. También lo hacen más profundos y más trascendentes en nuestra experiencia laboral.
En el mundo virtual también es posible el reconocimiento, pero la distancia no genera el mismo impacto. La presencialidad puede permitir a una persona ver a su jefe a los ojos y, por qué no, aprovechar el momento para hablar de su carrera, su futuro y sus aspiraciones.
La posibilidad de conectar con el otro es una oportunidad única que quedará grabada en la memoria y condicionará las acciones futuras. ¿Por qué desperdiciar un espacio único de conexión, donde todo lo que decimos puede lograr un efecto mucho mayor?
Las charlas presenciales carecen de estímulos distractores o tienen muy pocos. Mientras que en una reunión virtual las personas pueden estar tentadas a responder un chat, escribir un mail o ir completando el informe para mostrar en la reunión siguiente, en los encuentros presenciales la atención y los sentidos están al 100% presentes.
Todos hemos tenido la experiencia de que uno o varios de nuestros interlocutores, dado que están en su casa, deciden apagar la cámara y tenemos la sensación de que las palabras se pierden. Las cosas dichas en persona tienen mayor chance de desactivar los estímulos de distracción.
Simon Sinek, el escritor inglés especialista en motivación dio hace poco una charla donde habló sobre cómo fortalecer las relaciones personales y cómo construir la confianza. En un segmento de la ponencia propuso con un claro ejemplo sobre cuál es la actitud que hay que tomar en las reuniones de la oficina.
“Nos sentamos y esperamos que la reunión comience. No, no es así como las relaciones se forman.
– ¿Cómo está tu papá?, escuché que estaba en el hospital.
– Está mucho mejor, gracias por preguntar.
Así es como se forman las relaciones”, ilustró.
La reunión presencial no tiene por objetivo eliminar las reuniones virtuales, ya que hay un sinfín de beneficios en ellas. Pero hay cosas que todavía siguen siendo mucho más poderosas, impactantes y efectivas cuando se dicen de manera presencial.
Como todo en esta vida hay que saber cuándo utilizarlo. No esperemos que un equipo esté motivado si no ponemos todas las herramientas disponibles para lograr el objetivo. La emoción es una de las cosas que hace que nuestra memoria sea mucho más fuerte y la presencialidad ayuda a fortalecer esos momentos emotivos que se graban en nuestro cerebro y condicionan el resto de nuestras tareas.
Se trata, entonces, de aprovechar al máximo los momentos de encuentros presenciales para potenciar los mensajes que son importantes dar al equipo.