En tiempos de modalidades de trabajo remotas e híbridas, se necesita recuperar espacios de encuentro informal y presencial entre colaboradores. Esto mejora la calidad de las relaciones personales e impacta en el enganche laboral y en una mejora de la productividad.
Hace no mucho tiempo, la o de café en la oficina aparecía como un lugar preferido para descansar unos momentos, socializar y hablar de casi cualquier tema. Allí, cafecito de por medio, podían definirse desde: temas centrales en relación al trabajo hasta lograr que personas que comparten una actividad cotidiana puedan conocerse mejor, descubrir sus capacidades y limitaciones, y por qué no, comenzar alguna relación personal.
Es cierto, nobleza obliga, que la sala comedor se podía convertir también en un espacio privilegiado para el famoso “radio pasillo”: el gran enemigo de la comunicación interna, que consiste en comentarios que, como el juego del teléfono descompuesto, se transmiten de una persona a otra con mensajes cada vez más exagerados e irreales.
Por supuesto que quienes lideramos y trabajamos en las áreas de Comunicación interna no extrañamos esto último. Pero entendemos que habilitaban ciertas vivencias que luego de la experiencia de la pandemia aún no pudimos reemplazar.
No se trata de nostalgia. El cara a cara permite compartir cuestiones del negocio de manera más informal y vincularse con los demás miembros del equipo desde un lugar más humano. Pero hoy los lugares aptos para el contacto personal en una organización se redujeron a la mínima expresión y son pocos los días en los que se da la posibilidad de entablar una conversación con el resto del equipo.
Como consecuencia, en este mundo tan vertiginoso se rompe una de las máximas de la comunicación interna: cuanto mejor es la comunicación informal, mejor es la comunicación formal.
Es importante señalar que las reuniones virtuales tienen un sinfín de beneficios que la presencialidad no podría cubrir. Son muy relevantes en el mundo de hoy especialmente cuando son con personas que residen en otras locaciones y para poder compatibilizar la vida privada con las tareas laborales de una manera más armónica. Además, nos permite, entre otras cosas, compartir contenido desde las computadoras de manera ágil y clara y ser mucho más eficientes en función del tiempo y la cantidad de reuniones que se pueden afrontar en el día.
La comunicación informal ayuda a la formal
Ejemplos hay cientos. Por caso, cuando alguien juega al fútbol en el barrio, siempre los mejores partidos son cuando se juegan con los que uno ya conoce. Si una persona ya tiene un vínculo con otra es seguro que la comunicación interna laboral será mucho más amena y efectiva. Y para conocerla es mejor haber tenido la oportunidad de trabajar presencialmente con ella en un proyecto o tarea. O, simplemente, haber compartido un café aunque sea en la cafetería de la compañía.
Nadie quiere volver a aquellas instancias en que el café de la oficina era la cuna de los rumores del radio pasillo, pero es necesario no perder ese espacio tan valioso donde se construyen vínculos con las personas con las que trabajamos en el día a día.